Los medicamentos deben guardarse en su envase original y con el prospecto correspondiente para saber, en todo momento, para qué sirven, cómo se deben tomar y, sobre todo, a quien se le recetó. Así evitaremos confusiones con el resto de la medicación y no tomaremos más de la cuenta.
Algunos medicamentos necesitan temperaturas bajas por conservarse y no perder el efecto terapéutico. Por eso, hay que guardarlos en el frigorífico y seguir las instrucciones del laboratorio fabricante. En algunos casos estos medicamentos tendrán que estar siempre en la nevera (2ºC-8ºC); en otros, sólo una vez se hayan abierto (por ejemplo jarabes de antibióticos). Algunos, aunque ya se hayan abierto, podrán guardarse fuera de la nevera (por ejemplo algún colirio).
Una vez caducados, debemos retirar los medicamentos para evitar tomarlos y sufrir un efecto no deseado. El botiquín debe revisarse, como mínimo, una vez al año y llevar los medicamentos caducados y los que ya no tengamos que tomar en la farmacia, donde los recogerán para su destrucción controlada y para preservar el medio ambiente. En caso de cualquier duda, consulte a su farmacéutico.
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