En toda cena de Navidad suele haber el tradicional pollo con ciruelas, turrones de postre y un brindis con su familia o amigos para acabar la fiesta. Estos hábitos aumentan considerablemente el consumo de bebidas, y es por eso que es necesario saber escoger adecuadamente el momento, la frecuencia y la cantidad para evitar que se convierta en un problema de salud.
En primer lugar, debe tenerse en cuenta si las bebidas son azucaradas o light. Las bebidas azucaradas, como algunos refrescos, contienen una porción significativa de azúcares, aromatizantes, colorantes o cafeína y, por tanto, su consumo debería ser ocasional.
En segundo lugar, tener presente que el alcohol aporta 7 kcal/ga la dieta, pero sin incorporación de nutrientes, por lo que no contribuye al equilibrio alimentario. Una opción para sustituirlo durante las celebraciones son los refrescos no azucarados, las infusiones o los zumos, que además además contribuyen a la hidratación de nuestro organismo.
Sin embargo, la mejor bebida y que siempre debe estar presente en la dieta es el agua. El consumo diario que se recomienda es de 2,5l.
Por último, un factor importante es saber que los buenos hábitos alimenticios incluyen también la moderación en el consumo de bebidas alcohólicas y azucaradas.
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